“Parece que ya no pintamos nada aquí”

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Zohra Chafehi vive desde hace más de 18 años en el Poble Sec. Desde el año 2000, trabaja en su negocio familiar de comida casera para llevar, La Cuineta del Poble Sec. La nueva propietaria del local, de nacionalidad francesa y que también posee una galería de arte en el barrio de Gracia, quiere convertir el edificio en pisos turísticos al estilo Hotel Brummel y le está haciendo acoso inmobiliario. Pese a ello, Zohra ha decidido quedarse.

  • Cuándo decidiste montar este negocio en Poble Sec?

La relación con Cuineta del Poble Sec tuvo dos fases. La primera vez, estuve aquí desde el 1998 hasta el 2001. Trabajaba los fines de semana ayudando en cocina a la mujer que tenía el negocio. En ese año, su marido se puso enfermo y me ofreció que me lo quedara porque lo tenía que dejar. Con la crisis, en 2009 lo dejamos y estuvo cerrado cuatro años. Durante tres años y medio, la Cuineta la mantuvo una pareja del barrio. Cuando lo dejaron, en el 2014, como mi marido estaba en el paro, decidimos otra vez cogerlo. Ahora tenemos contrato hasta el 2019. Siempre ha sido un negocio que hemos llevado entre mi marido y yo.

  • ¿Desde cuándo tenéis problemas con la propiedad?

En diciembre de 2016, con el cambio de nombre, la nueva propietaria  nos envió un burofax presentándose como nueva dueña y pidiendo que dejáramos libre el patio trasero del local porque querían poner una cámara para evitar que se pudieran colar okupas en los pisos vacíos que tiene en el edificio, que empezarían a hacer obras y necesitaban el patio para ello. Al principio le dejábamos hacer, pero el gestor de la finca, que también es abogado, nos recomendó que no les permitiéramos entrar si no queríamos.

Ella siempre ha venido de buenas, la verdad. Pero, un día tomando un café nos comentó que nos querían “ayudar” a buscar otro local. Nos ofreció 15.000 euros para que nos fuéramos antes del mes de agosto, diciendo que si no aceptábamos ya no nos ofrecería nada. Pero con esa cantidad aquí no haces nada. En Poble Sec, los locales hoy en día son mucho más caros y además hay que reformarlos, hacer traspaso de todas las neveras, etc.

En ese momento, me hizo incluso comentarios como que con ese dinero no tenía por qué poner otro negocio aquí sino que mejor me marchara a Marruecos y que me llevara a mis hijas… Durante un tiempo su marido nos estuvo enviando ofertas de locales en Poble Nou y Hospitalet  “ayudándonos” a buscar otro espacio.

Quiere hacer obra ya. Quiere ponerse a trabajar el edificio y el local con nosotros dentro pero no le vamos a permitir hacerlo porque en nuestro contrato hay unas condiciones que ella no puede venir, y cambiarlas como quiera. De hecho ya no dejamos entrar a cualquiera que venga de su parte y esto ha tensado la situación. Un día llegamos a trabajar y no teníamos agua. Vimos una tubería rota, avisamos del problema, que ya nos había pasado alguna vez. Vino la propietaria a las 13h a mirar con un fontanero, cortaron el agua y se fueron sin arreglarlo. Total, estuvimos un día sin agua.

Ya no hemos vuelto a hablar con la propiedad directamente desde el encuentro en el café porque te hace perder los nervios. Te habla con mucha tranquilidad, no te insulta, todo con educación pero te machaca igual sintiéndose con derecho a decirte cosas malas. Todos estos problemas los gestionamos a través de abogados u otros inquilinos que tiene.

Quiere hacer obra en el edificio y el local con nosotros dentro pero no le vamos a permitir hacerlo

  • ¿En què momento decidís contactar con el gestor para que intervenga en el tema como abogado?

Desde el momento de la càmara en el patio. Al inicio fue complicado, interpretaba la ley sin entender nuestra situación. No me daba opciones ni alternativas para defender mi local. Le propusimos pagarle más, por supuesto, y le explicamos bien la necesidad de resistir aquí, de que íbamos a tensionar la situación porque queríamos quedarnos. Entonces ya se movió un poco más, leyéndose todas las leyes y códigos específicos de alquiler y vivienda. Hay poco que proteja al inquilino pero con algunas cosas podíamos ganar tiempo. Al menos ahora sabemos que tenemos todo el derecho a estar aquí hasta que se acabe el contrato y una vez se acabe ya veremos qué caminos hay para que no nos echen de este modo.

  • Has ido a una asamblea del Sindicat de Barri a explicar vuestra situación, ¿qué os han dicho? ¿Cómo te has sentido?

Nuestro amigo, dueño de la Bodega Saltó, nos propuso que fuéramos allí para explicar el caso y ver si nos podían dar soluciones y sobre todo a compartir la información de lo que nos estaba pasando. Cuando entré estaba muy nerviosa y deseando que no me llegara el turno por vergüenza. Parecía terapia psicológica. Pero al final hablé mucho y me sentí muy bien contando lo que me pasaba. Además, vi que había gente que tenía situaciones mucho peores que yo, como perder su casa y me forcé a pensar que yo en mi situación debía luchar seguro. Al final, si pierdo mi negocio acabaré no pudiendo pagar mi casa. Me gustó compartir y escuchar para no sentirme sola con mi problema.

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  • ¿Qué próximos pasos daréis al respecto?

Yo me quedo hasta que termine el contrato o que me pague 80.000 euros mínimo ya porque en el barrio es imposible y ya no dan tampoco licencias para abrir locales nuevos.

  • Es admirable la fuerza que muestras…

Bueno, hay días en los que te rendirías y no lucharías porque te hunde y te ataca los nervios una situación de presión como esta y piensas: “Por qué me hace esto si yo estoy cumpliendo y le estoy pagando todos los meses”. Pero, siempre me sale la fuerza de resistir porque mira, pienso incluso que podemos ponernos a cocinar e invitar a todo el barrio a okupar el espacio para que no nos echen.

  • ¿Cómo ves el futuro del barrio, tú que llevas tantos años aquí?

Un futuro muy complicado. En el Poble Sec ya no hay futuro para la gente trabajadora. Vamos, que es un barrio que lo han llevado al terreno de la gente que tiene pasta… Parece que ya no pintamos nada aquí.

 

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