La Federica cambió de aire
“que se sepa que en La Federica ha habido un cambio de aire y pasan cosas nuevas y diferentes”
Aunque La Federica nació como un bar moderno del Poble sec y esa ha sido su fama hasta hace poco tiempo, hoy busca hacerse de un espacio más diverso. Así al menos se lo plantea Laia, o Big Mamá, como la conocen en el barrio -aunque ha perdido 23 kilos y según dice ya no es tan big como antes-, que tomó las riendas del bar este verano e intenta darle un nuevo carácter a este rincón del barrio con un sinfín de propuestas y cambios que apuntan a un público más variado y menos exclusivo que el de antes.
¿Cómo llegas a La Federica?
Yo empiezo con la gestión del bar en julio porque a los dueños les interesaba delegar responsabilidades y ocuparse de otros temas. Los había conocido hace un año y medio y desde entonces les hacía los postres y las tartas. Luego pasé a ocuparme del brunch los fines de semana y así fue como un día me propusieron hacerme cargo de todo el lugar.
¿Cuáles son los cambios que propones?
Estoy intentando cambiar varias cosas. Trato de hablar con los clientes más viejos para ver que dicen y así poder ver cuáles son las necesidades. Por ejemplo, la gente se quejaba de que las raciones eran pequeñas y no podías compartir. Ahora hemos hecho raciones más grandes y cosas fáciles de compartir. Queremos que la gente no gaste más de 15 euros, con postre incluido. Dentro de las nuevas ideas esta abaratar aún más los costos de los platos e introducir ingredientes biológicos. Los fines de semana tenemos brunch y es todo un éxito. El plato vale 7,50 y es enorme, lleva ensalada, tostadas, huevos con espinaca fresca, salmón ahumado, crema de queso y todo es de calidad.
¿Qué tipo de actividades hacen?
Pues, a partir de este mes, un día al mes, tú puedes venir y en lugar de pagar el café 1,40 lo pagas 2,50 y te comes todos los pasteles que quieras. La idea es atraer público y casi que merendar gratis. Tampoco haré tartas super complicadas, haré bizcochos, pero serán caseros. Intento hacer cosas diferenciadas para grupos diferenciados, tengo que ir probando. De noche el público es más joven y alternativo, y los fines de semana es más familiar. Luego también hacemos una actividad que es la pre-party para “Chocolate con churros”, una fiesta para chicos gays que se hace en El Apolo.
La idea es incorporar un menú vegetariano…
Creo que es una necesidad que tenemos en el barrio. Para los veganos o vegetarianos es una putada porque cada vez que salen terminan comiendo ensalada. No quieres gastar mucho dinero y no te apetece comer una pizza o un falafel, pero a lo mejor sí que te comerías un curry con verduras, cacahuetes y anacardos super bueno. Entonces, por 7 euros puedes comer mejor que si te comieras una pizza. La idea es que los platos no lleguen a pasar de 10 euros. Lo que quiero lograr es hacer de este lugar un sitio donde yo misma vendría a comer.
¿Y los postres?
Uy, los postres son la hostia. Los brownies, por ejemplo, los montamos en platos grandes y se sirve el brownie, chocolate caliente, helado de vainilla y toffee por encima. Vale 3,50 y es para dos personas. También tenemos trufas o fresas con cava a 2 euros. Es un pequeño capricho que se puede permitir cualquiera. La idea es dar platos de lujo a precio de crisis.
¿Porqué tienes un cartel en la puerta que pone: “We hate cupcakes” (“Odiamos los cupcakes”)?
Porque los cupcakes son artificiales, llevan colorantes y purpurinas, y los odio. La idea es que se vea que los pasteles son caseros y están mal acabados, como nos quedan a todos cuando los hacemos en casa. Son artesanales y no llevan grasas extrañas, ni acelerantes, ni nada de eso. Ahora además quiero empezar a hacer pasteles veganos.
Cómo es tu relación con los clientes?
A mí me interesa que el cliente cuando venga se siente en la barra. Quiero decir, que sepa mi nombre, que podamos tener un vínculo, como en los bares de antes, y un poco sí que lo estoy consiguiendo. A veces hay clientes que no les interesa, pero a la mayoría sí, y vuelven. De todas maneras, a la clientela de aquí la estoy descubriendo. Por ejemplo, me he dado cuenta, y me han comentado las chicas, que tienen muchos problemas para ligar, así que les voy a montar un speed dating. Voy a empezar con uno de chicas y chicas, luego chicas y chicos y después chicos y chicos. Una semana para cada grupo. Se ve que es muy divertido y la gente se ríe un montón. A fin de mes también tenemos previsto hacer un taller de cata de vino a un precio accesible. A mí lo que me apetece es instalar la idea de que aquí puede pasar cualquier cosa. Qué la gente diga: “Joder, qué frikis, a ver qué se les ocurre ahora?” Y sobre todo, que se sepa que en La Federica ha habido un cambio de aire y pasan cosas nuevas y diferentes.
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