Me llamaban “marimacho” por practicar deporte

Texto e ilustración: Míriam

Empecé de muy pequeña a practicar deporte. Se me daba bien y me gustaba mucho. Era la que jugaba con los chicos al fútbol y en las extra escolares elegía siempre algún deporte: pelota mano, basket, fútbol…. Pero eran simplemente extraescolares, no iba más allá como proyección de futuro.

Siempre iba en chándal. Me gustaba ir cómoda para bailar o para practicar algún juego, y en los recreos siempre estaba con los chicos que eran los que más deporte hacían. Aquí ya notas una diferencia en cómo se reparte el tiempo del patio. Y claro, yo no era la norma… Éramos pocas las que hacíamos eso, no era lo que se esperaba. Por lo que me trataban de “marimacho” como si el deporte, ir en chándal, ir cómoda y pasarte los patios corriendo y jugando fueran cosas de chicos. Al romper esa norma, te tienen que nombrar de alguna manera ofensiva para decirte que ese espacio no es el tuyo.

Ya era feminista sin saberlo

En casa me llamaban feminista como insulto. Mis hermanos, cuando yo protestaba, cuando no me callaba, decían: “Ya llegó la feminista”, sin yo entender qué querían decir  ni si aquello era bueno o malo. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta: entendí que era feminista, empecé a entender por qué me molestaban esas cosas desde pequeña, por qué me quejaba y cómo, sin saberlo ni ponerle nombre, ya reivindicaba mi sitio. Si  tuviera que decir algo a todas esas adolescentes y/o niñas que vienen detrás, es que si te llaman feminista, significa que estás haciendo bien las cosas y estás molestando de alguna manera al sistema patriarcal establecido. Y eso es bueno.

veuratgesAl ponerme esas gafas lilas o tomar conciencia, y decirme después de mucho que “soy feminista”, se abrieron un sin fin de caminos y de alianzas pero también de sensibilidades. De ser consciente de cosas que antes no te gustaban pero las aceptabas.  Ya no puedes con ellas. Te pesan, te quemas y tienes que tomar partido, la vida te va en ello. Si antes no te callabas, ahora te callas menos y, específicamente, el deporte es un temón.  En mi casa, por ejemplo, han tardado más de 20 años en reconocer que se me daba bien el deporte y valía para ello. En cambio, a mis hermanos siempre se les apoyó y se les valoró eso.

Las mujeres tenemos que demostrar mucho más que ellos

Saliendo de la esfera privada, a nivel deportivo podemos ver que el deporte más mainstream es el fútbol. Que el premio por ganar la copa de la reina es de 0 euros mientras que el premio por ganar la copa del rey es de 1.000.000. Aquí queda reflejado, sin lugar a dudas, el machismo y el sistema patriarcal en todo su esplendor. Hasta por ganar la copa del rey en categoría juvenil masculina dan 12.000 euros. Otro punto muy importante son los sponsors. Equipos de categorías inferiores masculinas tienen sponsors, en cambio, en primeras divisiones femeninas no es tan común que los haya. Muchas de las veces incluso tenemos que poner dinero de nuestro bolsillo para poder jugar.

 Las mujeres tenemos que demostrar mucho más a la hora de ser consideradas buenas deportistas, para ser tomadas en serio. Para la mujer, el deporte se relaciona habitualmente con un hobby o como algo temporal. El apoyo inicial del entorno, a nivel social y familiar, es mucho más significativo en los hombres, ya que cuando un chico es deportista nadie le cuestiona si es un pasatiempo o no. Las mujeres, en cambio, tenemos doble exigencia: a parte de demostrar que eres buena deportista, si quieres dedicarte a ello necesitas no solo que tu familia y entorno te apoyen sino que la sociedad te lo permita.

Leave a Reply

L'adreça electrònica no es publicarà Els camps necessaris estan marcats amb *