A TODO VAPOR
Por Cecilia Valdez
Desde hace unos años numerosas asociaciones que vinculan profesionales de urbanismo y vecinos de la ciudad vienen denunciando los peligros del descontrolado avance del negocio turístico en Barcelona y sus inmediatas consecuencias en el tejido social de los barrios más céntricos, que resultan ser los más apetecibles para quienes buscan obtener grandes réditos económicos en este sector. En particular, se señalan los efectos que tienen estos fenómenos de segregación social y elitización, y los consecuentes desplazamientos de población con menos poder adquisitivo hacia la periferia por no poder hacer frente a una nueva realidad en la que se hace caso omiso a las necesidades de la población estable y se apunta a favorecer las de quienes están de paso, o lo que es lo mismo, los turistas. Esto es claramente visible en el Distrito de Ciutat Vella, y empieza a ser cada vez más visible en Poble sec. Una de las causas más evidentes de esta situación es la política que llevan adelante los gobiernos y que permite que ciertos lugares que antes formaban parte del espacio público, como el puerto, hoy esten prácticamente privatizados. Esta misma permisividad es la que deja crecer a sus anchas a quienes se lucran con un negocio de millonaria envergadura como es el de los cruceros de lujo y que, a diferencia de otros negocios del sector turístico, ni siquiera deja grandes dividendos en la ciudad pero sí, muchísima basura.
Cruceros
El turismo de cruceros de la ciudad de Barcelona es uno de los más importantes del Mediterráneo. Los Juegos Olímpicos de 1992 fueron un hito en la política turística de la ciudad y actualmente son más de 7 millones los turistas que vienen cada año a Barcelona, un tercio de los cuales llega en cruceros.
El turismo es un importante recurso para la ciudad a través de los hoteles, restaurantes o sitios culturales y de ocio. No obstante, el turismo de cruceros genera conflictos a la ciudad y sus ciudadanos y aporta menos dinero que otros tipos de turismo. La presión inmobiliaria, muy importante en Ciutat Vella y en los barrios aledaños al puerto, entre los que se incluye Poble sec, y los nuevos proyectos de urbanización, ponen en peligro el mantenimiento del patrimonio arquitectónico y la vida de barrio.
Esta información, y sus consiguientes conclusiones, se desprenden de un estudio que llevaron a cabo profesionales de urbanismo, economía, derecho, profesores de universidad y ciudadanos integrados en asociaciones de vecinos, y que fue presentada en el Seminario Estratègies i conflictes en el port i el front marítim de Barcelona en junio de 2013. Allí se debatieron las principales cuestiones que conciernen al avance desmedido de este negocio y se propusieron alternativas que permiten visibilizar un uso del puerto más enfocado a los intereses de la población.
El puerto
En las últimas décadas el Puerto de Barcelona ha sufrido progresivas transformaciones y ha ido cambiando su relación con la ciudad. Una primera transformación se inició en la década del 80, se aceleró con la preparación de los Juegos Olímpicos y posteriormente intervino en otros espacios pertenecientes al ámbito de la Autoridad Portuaria de Barcelona. El puerto se encuentra en un continuo proceso de reforma y la administración portuaria lleva adelante un proyecto en la Marina Port Vell para grandes yates. Esto afecta al frente marítimo y los barrios más próximos, y por ende a la ciudad entera, en la medida en que se convierten los espacios públicos y accesibles del puerto en ghettos privados gestionados por una empresa.
Desde la perspectiva de la sostenibilidad social existe lo que se denomina principio de accesibilidad universal que garantiza un espacio abierto a todos, especialmente en lo que atañe al contacto con el agua. Esto es posible en la garantía de la continuidad del espacio público a lo largo de la línea de la costa y en el acceso a los peatones.
Un poco de historia…
Se entiende por turismo de cruceros el que permite viajar entre diferentes puertos y países con un itinerario elegido, en barcos que realizan la triple función de transporte, restaurante y hotel.
En la actualidad, existen dos tipos de ofertas de transporte de pasajeros en el puerto de Barcelona: los cruceros y las líneas regulares. Las líneas regulares (ferries) recorren distancias menores y desde el año 2006, el volumen de pasajeros ha alcanzado el millón y se mantiene en esta cantidad.
El turismo de cruceros se inició a mediados de 1800 en Hamburgo, con un crucero hasta América para personas que tenían conocimientos científicos o de clase alta. La mayoría de las compañías de esta época proponían trayectos regulares para emigrantes desde Europa hasta América. Sin embargo, es difícil calificar tales trayectos en barco, que entonces era el único medio de transporte de pasajeros, como un turismo de cruceros ya que no eran barcos de ocio, sino de comercio.
El desarrollo de los cruceros como los conocemos hoy tiene lugar a inicios del siglo XX, aunque las guerras mundiales paralizaron la dinámica del sector con la explotación de los barcos de crucero para el transporte de tropas o material militar. A partir de mediados del siglo XX, con la introducción del avión para los trayectos transatlánticos, algunas compañías optaron por convertir sus barcos de transporte de pasajeros en cruceros, como una solución para continuar sus actividades.

Mercancías acumuladas en los muelles del puerto de Barcelona con motivo de una huelga de transporte, año 1923
En la actualidad, el mercado de cruceros está controlado principalmente por 3 grandes corporaciones que reúnen más del 80% de la oferta mundial: Carnival Corporation, Royal Carribean y Genting Hong Kong.
Las principales rutas de cruceros, respecto al número pasajeros, son: el Caribe, con el 37% de la capacidad total, el Mediterráneo con el 20%, con Francia, Italia y España como los países con mayor número de visitas, y Europa sin el Mediterráneo, con el 10%. El restante 33% se divide en itinerarios que tienen lugar en Alaska, Asia, Oceanía y África del Sur.
Si nos fijamos en el Mediterráneo, 171 barcos están en esta zona, lo que representa una capacidad total de 4 millones de pasajeros y 3.000 cruceros al año. El sector de los cruceros en Europa es un sector dinámico que ha crecido un 24 por ciento entre el año 2009 y el 2012.
A través de diferentes compañías de cruceros, las tres corporaciones están presentes en el Mediterráneo y en el puerto de Barcelona. En total son una cincuentena de compañías las que operan en el puerto de Barcelona.
Vida de barrio
El centro histórico de Barcelona cuenta con un antiguo puerto e, inmediato a él, la zona en donde se gestiona el tráfico de los cruceros y los ferries. En los últimos años, el número de turistas ha aumentado y sus efectos se observan a diario con la saturación de visitantes en algunas zonas como La Rambla, vía principal para ir al puerto desde el centro de la ciudad. Casi la totalidad de sus edificios (protegidos por el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico), cuentan con hoteles, restaurantes y tiendas de venta de recuerdos.
Ciutat Vella tiene un fuerte atractivo por su gran cantidad de museos, restaurantes y hoteles, lo que hace de este distrito uno de los destinos principales de los viajeros. Es interesante comparar el número de estos visitantes con la población residente, de poco más de 100.000 personas. Es decir, más del 45 por ciento de la población de Ciutat Vella es población flotante.
Más de una docena de proyectos pueden romper la tradicional y estrecha relación de la ciudad con el mar
En términos de volumen de visitantes, el turismo de cruceros implica la llegada de 2 millones de personas al año, según las estadísticas de la Autoridad Portuaria de Barcelona. Durante el año 2011 hubo un total de más de 7 millones de turistas, con 15 millones de pernoctaciones en Barcelona.
Actualmente el litoral de Barcelona se enfrenta a una serie de transformaciones que están cambiando su morfología. Más de una docena de proyectos pueden romper la tradicional y estrecha relación de la ciudad con el mar. La franja de interrelación entre el puerto y la ciudad representa un valioso patrimonio cultural, pero los proyectos en la zona urbana, al margen de la planificación, se amparan en la modificación de los planes de usos y urbanísticos de los barrios inmediatos al puerto, y ponen en peligro este vínculo. Los proyectos además, dentro de la zona del puerto, eluden la Ley de Costas vigente que asegura el derecho de los ciudadanos a disfrutar del mar.
En definitiva, es evidente el carácter central que adquiere la línea de mar y el alto potencial económico de esta región, y debería ser evidente también que la gestión de este espacio no debiera quedar en manos de quienes capitalizan su uso en beneficio de unos pocos, con grandes rentabilidades económicas y, de esta manera, privatizan el uso de espacios públicos. Por otra parte, está ampliamente probado que un puerto monofuncional tiene mucho menos valor económico que uno multifuncional, con lo cual se hace necesario diseñar proyectos y programas con una mayor diversidad de usos y actividades y de esta manera, poner el puerto al servicio de la ciudad y no al revés, como sucede actualmente.
no sólo no genera trabajo, sino que profundiza políticas neoliberales de privatización y uso de los espacios públicos
Poco dinero, mucha basura
El gran atractivo turístico de España se ve reflejado en la economía del país; el 10% del PIB nacional, según el Balance de turismo de 2011 del Instituto de Estudios Turísticos, sitúa al Estado en el número 3 del ranking de los países europeos de la cuenca mediterránea -por detrás de Croacia y Grecia- en cuanto a la aportación del turismo al PIB.
Lucecitas de colores
La reforma del Pla Paral·lel forma parte de un plan de actuación urbanística firmado en 2009 y que cuenta con la colaboración de la Fundación El Molino y el Ayuntamiento. Esta reforma, presupuestada en 9,5 millones de euros prevee la transformación y revitalización del Paral-lel con el objetivo de convertirlo en un eje turístico, cultural y gastronómico de Barcelona.
Las obras ya han comenzado con la rehabilitación del sistema de drenaje y en pocos meses se estima que comenzarán con la modificación exterior que durará unos 14 meses. La propuesta prevee una serie de cambios estructurales que afectarán la movilidad del tránsito de toda la avenida y que incluyen la resituación del carril bici al centro de la via, y la creación de 4200 metros cuadrados para peatones al costado de Sant Antoni.
A estas reformas de carácter más técnico la acompañan otras más polémicas como la construcción de 6 plazas entre los barrios de Sant Antoni, Poble sec y el Raval sin casi ningún elemento de mobiliario urbano ni propuesta de uso público y el gasto del 30% del presupuesto en la reforma de la iluminación. Se trata de unas farolas de 9 metros de alto que cuestan 7000 euros cada una y que no sólo alumbran sino que integran sensores de recogida de datos, proporcionan red wi-fi e incorporan proyectores de luces de colores para iluminar los espectáculos que se prevee llevar adelante.
Sin duda, una necesidad acuciante para los tiempos que corren…
Para la urbanista Maricarmen Tapia, “el aporte económico efectivo del turismo de crucero a las ciudades es complejo de medir. El turismo de cruceros ofrece la ciudad como un atractivo turístico, y se beneficia del transporte y manutención de los visitantes. Es un cambio importante en el concepto de beneficios del turismo: una ciudad antes se promocionaba y captaba la totalidad de los gastos de los visitantes que absorbía como beneficios, mientras que el turismo de cruceros capta para sí los principales gastos de un viaje: hostelería y transporte. De esta manera la ciudad tiene beneficios menores o marginales pero asume la totalidad del costo social que generan los visitantes al usar la ciudad. Se rompe así el equilibrio entre el habitante que costea su sociedad -equipamientos, infraestructuras, gestión de basuras y limpieza para su propio bienestar-, el visitante, que disfruta de ellos y una tercera parte, los operadores turísticos, que se benefician de los visitantes y de una oferta final en la que no necesitan invertir. Esta situación se ve agravada con el turismo de masas que se ha promocionado en Barcelona, con un fuerte impacto negativo en la calidad de vida de los habitantes del centro histórico o de los puntos más masificados de la ciudad”.
En resumen, el turismo para Barcelona, y para el conjunto del Estado español, parece ser un manotazo de ahogado en una situación de crisis que, no sólo no genera trabajo, sino que profundiza políticas neoliberales de privatización y uso de los espacios públicos. Un ejemplo evidente lo podemos ver en el recorrido de esta nota respecto al uso de los puertos y el turismo de cruceros. Una situación que no se explica ni desde el más remañido de los argumentos de las administraciones políticas actuales, que sostienen que esta depredadora política en materia de turismo permite generar ingresos para los ciudadanos.
Más información:
http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1049/b3w-1049-20.htm
http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1049/b3w-1049-13.htm
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