Can Vies no es toca
Querido André: Si vieras Barcelona tal como está hoy, adornada con barricadas, decorada con iglesias quemadas de las que sólo quedan las cuatro paredes, estarías igual de contento que yo”.
(Agosto 1936). Benjamin Peret a André Breton. ‘Cartas del Surrealismo’.
Can Vies ha sido una escuela de militancia y un laboratorio de autogestión. Ha sido durante 17 años un espacio para investigar, experimentar, organizarse y luchar, en el movimiento antiglobalización o aprendiendo del cooperativismo, durante las huelgas o contra planes urbanísticos. No sólo muchas de las hijas y nietas de Sants han pasado por Can Vies, sino de todos los barrios de Barcelona. Can Vies era un símbolo, un emblema para todos los que se resisten a un orden espectacular de explotación e injusticia.

“Dejadnos reconstruir Can Vies en paz”, reclamaron las más de 500 personas que el sábado 31 de mayo se movilizaron para recuperar el espacio
El lunes, después de las elecciones europeas, la policía desalojó Can Vies. “Una sola chispa puede incendiar la pradera” decía un viejo revolucionario. Eso es exactamente lo que ocurrió. Miles de personas se concentraron cada noche durante la semana en la Plaza de Sants. Iban pasando los días y se quemaba un coche de TV3, la excavadora que demolía el edificio, se hacían barricadas y se atacaba a la policía. Y al día siguiente se habían atacado una decena de sedes de Convergencia en toda Catalunya, volvía a haber miles de personas y no dejaban de publicarse muestras de apoyo a la lucha y de crítica al Ayuntamiento, desde entidades del barrio, organizaciones políticas, con cacerolas en los balcones y hasta poniendo a todo volumen desde un cuarto piso la canción de L’estaca al paso de las columnas que llegaban de los barrios. Esos días todas y todos estábamos ahí.
El poder se ha topado en Sants con un barrio que se organiza y que sabe luchar de muchas maneras. Con declaraciones y enfrentamientos, con cacerolas y barricadas. Consiguiendo la cesión de Can Batlló y okupando, con cooperativas y grupos de afinidad, con asambleas de barrio y ateneos, periódicos libres y espacios de encuentro. Can vies se ha ganado: se ha re-okupado, se está reconstruyendo y el Ayuntamiento ha dicho que no piensa intervenir. Es decir, ha mostrado en esta lucha su extrema debilidad y su miedo. Debilidad de la policía frente a miles de personas determinadas. Miedo del Ayuntamiento frente a una situación potencialmente ingobernable. Pues la situación actual se está poniendo muy difícil, altas tasas de paro, por tanto de pobreza y de ansiedad, se conjugan con un clima mediático que anuncia la recuperación de la economía y el buen ambiente para los negocios de lujo. Esta situación, que no es sólo propia de Barcelona sino que es global, internacional, está imponiendo por todas partes una toma de partido: a favor de la economía o a favor de la vida de la gente. A favor de un orden desquiciado, de competencia generalizada, expolio, desconfianza y miedo, o a favor de alguna forma de revolución, por la cooperación total, la camaradería, la solidaridad, el apoyo mutuo. Esta toma de partido se irá agudizando, el pleno empleo o la reindustrialización son quimeras que no tienen nada que ver con el actual orden de las cosas, son solamente mentiras para decir en la televisión. De hecho, algunos actores de la prensa, que se quiere neutral, objetiva, han destapado estos días de qué lado están, nerviosos tal vez ante una fuerza emergente. La Vanguardia o El Periódico, abandonado cualquier código deontológico, han publicado acusaciones desorbitadas, tergiversaciones y montajes que buscaban dividirnos, sembrar la confusión. No lo han logrado, pero seguirán ahí. Estos días nos enseñan que pese a todo el desprecio que generan los políticos y la prensa, y pese a todo el odio general al capitalismo, el hecho de no saber aún bajo qué forma derrocarlos indica nuestro límite y todo lo que nos falta.
Pues en los barrios y pueblos -no sólo en Sants- hemos tomado partido. Es localmente, ahí donde habitamos y a través de toda una constelación de espacios autogestionados, donde se está tejiendo otra manera de vivir. “Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”. Construimos una fuerza autónoma en el barrio disponiéndonos a compartir los medios necesarios para la vida y las ganas de vivirla. Constituyendo grupos de crianza, de alimentación y de vivienda; creando un fondo comunitario y espacios de autogestión de la salud; compartiendo vehículos y creando cooperativas; pensando cómo autoorganizar el consumo y la autodefensa; estudiando lo que nos pasa y explicándonoslo; compartiendo el trabajo y el dinero y aprendiendo oficios útiles para habitar la tierra. Lo que estamos construyendo en los barrios no son espacios de cultura alternativa, sino espacios para la cooperación total y la autogestión generalizada de la existencia. Estamos levantando palancas que nos permitan enviar al capitalismo al cubo de la basura de la historia.