Editorial: El estado se defiende

rodilloprocesHay redadas racistas a diario. Los manteros que quieren vender en las zonas turísticas de la ciudad, tienen que correr varias veces al día para poder trabajar. Mame Mbaye murió el pasado 16 de marzo en Madrid. Tenía una enfermedad congénita del corazón y se desplomó en el suelo con apenas 35 años. Era mantero y corría delante de la policía. El sistema racista lo mató.

Hace apenas unos días el Tribunal Constitucional ha suspendido leyes autonómicas que “exceden sus competencias”, para retirar el derecho a la asistencia sanitaria a más de cien mil personas como Mbaye. Según el Estado, hay personas que no merecen ser tratadas cuando están enfermas o tienen un accidente. Sólo podrán hacerlo si pagan bastante dinero. Esas personas son pobres.

Hay una gente que no quiere que un muro de más de 5 metros de alto divida su ciudad en dos. Ese muro servirá para que un tren de alta velocidad traslade personas de una gran ciudad a otra. La policía intenta sofocar las manifestaciones pero las vecinas se empeñan en seguir protestando. Llevan así 7 meses.

El pasado 8 de marzo millones de feministas hicieron huelga, participaron en una jornada de lucha y se manifestaron en cientos de pueblos y ciudades. En el Poble Sec, durante el piquete informativo algunos hombres insultaron así a las manifestantes: “¡¡Feas!! ¡¡Putas!! ¡¡¡Sois unas putas!!!”. Algunas activistas han sido identificadas por la policía y ya han recibido notificaciones. La represión, no obstante, es más dura en los espacios íntimos: DESDE MARZO, al menos 13 mujeres han sido asesinadas por agresores machistas en el estado español. Una mujer estaba siendo asesinada en Blanes mientras escribíamos esta editorial.

Cargos electos en Catalunya están ahora mismo en prisión o exiliados, además de muchas otras personas que han sido y son perseguidas por manifestarse, hacer huelga, rapear sobre la corona o publicar un tweet. El estado está metiendo en la cárcel a miembros de la clase política, como ha hecho hasta ahora con pobres y disidentes. La criminalización de los Comitès de Defensa de la República es la herramienta para desacreditar la organización horizontal y desde abajo.

El estado se defiende de muchas maneras: empleando la fuerza directa contra personas como en el caso de los manteros, las manifestantes en Murcia o en Catalunya. Regulando el espacio público y legislando en favor de los mercados. Externalizando fronteras que hacen que no parezcan suyas las miles de muertes en el Mediterráneo. Pero también y con efectividad, de forma cotidiana y estructural. En este número hemos tratado la segregación racial en las escuelas del Poble Sec, los derechos laborales de las trabajadoras sexuales y el sexismo en el teatro desde la mirada de una estudiante joven. En todos los casos, no sólo las leyes o la policía se encargan de mantener un sistema de exclusión e incluso de muerte. ¿Cómo podría sino el estado defender lo indefendible?

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