Un día dijeron basta

Hay que bucear en la cotidianidad de los barrios para ver lo que ocurre por debajo, aquello que escapa del control gubernamental y que se organiza libremente, obedeciendo a unas necesidades que no están cubiertas desde ningún otro ángulo. Vemos acuerdos, pactos y organizaciones que nacen desde abajo, desde la indignación, impregnadas de una fuerza asombrosa y llenas de solidaridad. Porque de eso se trata: de conseguir derechos para todas y no privilegios para unas pocas.

Se vuelven a llenar de significado conceptos y nombres pervertidos “históricamente” como sindicato, asociación y colectivo. Vemos el resurgimiento de unos términos que habían sido devorados por la lógica del poder. Las personas siguen organizándose, buscando puntos en común y, como antaño, se enfrentan juntas al monstruo.

Tenemos ejemplos que nos muestran las luchas de personas que habitan dos barrios muy cercanos: El Raval y el Poble Sec, donde a través de la organización colectiva y el apoyo mutuo recuperan la dignidad mientras luchan contra la estructura productiva.

Empezamos a defendernos con nuestras propias palabras

Como mucha gente sabe, en el barrio del Raval hay un grupo de mujeres que ejerce la prostitución en la calle. Durante mucho tiempo, además de ser mal vistas y estigmatizadas por la opinión pública, han sido objeto de discriminación y persecución policial. “Pero un día dijeron basta. Ya no iban a permitir que las siguieran pisoteando”. Así fue como dieron vida al colectivo Putas Indignadas, para defender sus derechos y exigir respeto.

Hemos quedado con Janet, una de las mujeres que pertenece a Putas Indignadas, para que nos explique un poco la historia de su colectivo y qué han logrado con su organización. El colectivo surge cuando empiezan a argumentar por ellas mismas, nos cuenta. Hasta ese momento acudían a otros colectivos y asociaciones que hablaban por ellas. Eso cambia cuando empiezan a defenderse con sus palabras, sin intermediarios y deciden organizarse ante el aumento del acoso policial por parte del gobierno de Xavier Trias.

putas“Fue un hostigamiento a nuestros derechos. Los policías nos insultaban, nos decían gordas, viejas, nos contaban como ganado; uno, dos, tres, cuatro, y así elegían a quien le tocaba la multa. A varias compañeras africanas les echaban encima la moto para alejarlas de la calle. Frente a esto, nosotras sacamos fotos, hicimos vídeos y comenzamos a denunciar. Y así fue cómo nos fuimos organizando para defender nuestro derechos” explica Janet.

“Entonces decidimos exigir un diálogo con Xavier Trias para que parara el acoso policial. Después de varias reuniones previas con otras autoridades, por fin Trias nos recibió en abril de 2013. Su principal argumento era que nosotras somos víctimas del crimen y la trata de blancas, y que por eso es necesario un programa de bienestar social. Pero nosotras le dijimos: Un momento caballero, nosotras tenemos trabajo, no venimos por eso, venimos para que nos deje trabajar. Con el acoso policial, excusándose en la ordenanza cívica que criminaliza nuestra labor, están violando nuestros derechos”.

“En todo este contexto, iniciamos una campaña que hoy en día sigue y que se llama Prostitutas Indignadas: voces contra la prohibición de los derechos de las mujeres en la calle. En esta campaña no sólo participa nuestro colectivo de prostitutas, también colaboran diversas entidades, colectivos de vecinos y diversos activistas”. Putas Indignadas, un ejemplo de lucha que ha nacido desde abajo, en la calle, a contracorriente. Janet se despide y se aleja con un caminar que paso a paso hace estallar las cadenas del capitalismo, la moral imperante y la injusticia.

Hay que volver a organizarse para defenderse

Otra de las iniciativas que hemos querido compartir es la de un grupo de vecinas del Poble Sec, que desde hace casi un año han puesto en marcha el llamado Sindicat de Barri. Nos cuentan parte del proceso que están llevando a cabo, y  por qué ahora y por qué un “Sindicato”.

“Vivimos en un momento en el que hay que volver a organizarse para defendernos de la explotación imperante en casi todas las esferas vitales. Nos encontramos solas y sin lazos de proximidad con las personas que viven a nuestro alrededor”. Cuentan que están creando las condiciones para la organización en el barrio, potenciando la vida en común y que para ello recuperan “la vieja idea del sindicato”.

“Un espacio de apoyo mutuo que podrá resolver las necesidades básicas, construir alternativas gracias a la cooperación y al compromiso de las personas, ser, de alguna manera, un sitio donde juntar diferentes luchas: por la vivienda, por los suministros…  y empoderarnos a través de la colectivización de los problemas”

Esta iniciativa recupera la idea del “sindicato” como un dispositivo para expresar las diferentes formas de combatir y mejorar las condiciones de vida, sin olvidar la manera tradicional de conseguirlo: a través de la creación de lazos entre los participantes y la comunidad.

“Un sindicato tradicional servía y sirve, en teoría, para incidir a través de la visibilidad y la presencia de la organización en las condiciones de aquellas personas invisibilizadas y sometidas a su puesto de trabajo, sobre todo en las fábricas. Ahora, cuando el trabajo es cada vez más escaso y la extracción de la riqueza se extiende fuera de las fábricas, es más que necesario visibilizar lo que está invisibilizado en la soledad de nuestras calles y hogares”.

Vemos otro ejemplo más de organización comunitaria, desde abajo y trasversal, y de cómo se van recuperando los nombres y las ideas pervertidas por la mala utilización y el desgaste.

La policía te pega, te persigue y además te roba tu material y el dinero

Nos encontramos con Aziz, portavoz de los vendedores ambulantes, “los manteros”. Nos explica el proceso de creación del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona: “Llevamos tiempo pensando en la construcción de un sindicato, surge la idea de unirnos, de protegernos del acoso policial, y de las malas condiciones de trabajo y de vida que tenemos”.

“Yo llegué en en 2006 y la venta ambulante ya estaba”. Cuenta que no es un fenómeno nuevo: antes de que los migrantes empezaran a ganarse la vida vendiendo, aquí ya era una práctica común. Añade que “al llegar empiezas a preguntar a los compañeros, que ya llesindicato_manterosvan un tiempo aquí y que te contestan que una de las cosas que puedes hacer para mantenerte es vender. Aquí es lo único que te permiten hacer”.

Durante más o menos un año estuvo buscando trabajo. Encontró un puesto de ayudante de peón, pero en unas condiciones tan pésimas que lo dejó y se puso a vender. Entonces conoció la realidad de los manteros y tomó conciencia de su situación de indefensión: “La policía viene, te pega, te persigue y además te roba tu material y el dinero que has ganado”.

 Vemos cómo la idea del sindicato la han madurado tras muchas horas de debate, de múltiples reuniones y con el objetivo claro de mejorar la calidad y las condiciones de vida. Aziz añade que “no será sólo para nosotros esta mejora, ya que la gente seguirá viniendo a pesar de la crisis: nuestros hijos, hermanos y amigos” . Y asegura que si legalizaran la venta ambulante o hicieran un mercadillo donde pudieran vender, la situación sería mejor para todas. Su demanda principal, al fin y al cabo, es que los reconozcan como trabajadores y puedan contar con unas condiciones mínimas mientras esperan a que se regularice su situación. El Sindicato les permite tener un interlocutor reconocido frente al poder y a través de él, luchar por sus derechos.

 Se están organizando desde abajo con el fin de mejorar las condiciones de vida a las que se ven sometidos y, también, para concienciar a los compañeros sobre los riesgos que corren cuando se enfrentan a la policía. Aziz cuenta cómo les persiguen, les quitan el material y el dinero, y recalca que nada de eso merece dejarse la vida. Surge así la idea de recuperar el concepto de sindicato: Para ser escuchados, crear un diálogo y sobre todo, para protegerse.

Aziz asegura que ahora es el momento. Quieren dejar de ser perseguidos; desean trabajar y vivir. Dice que “los políticos nos han escuchado pero de momento no hay nada resuelto, nos dicen que hay que esperar” y, añade, “que nos dejen vender y  ganarnos la vida mientras esperamos”. El sindicato nace con la intención de convertirse en un interlocutor fuerte pero también, de crear un espacio que les permita conocerse, unirse y dialogar.

Vemos cómo las transformaciones acaecidas en los últimos tiempos en pos de la precarización total invitan a considerar otra vez como válidas las viejas formas de organización y asociación colectiva, para de esta manera articular una posición unida frente a los abusos.  Encontramos diferentes caras pero todas con un objetivo común: la mejora de las condiciones de vida a las que se ven sometidas.

(imágenes de las Putas Indignadas cedidas por Livia Motterle)

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